Descripción
En una época agitada por desencuentros provocados por las ansias de poseerlo todo, el consumo desenfrenado está relegando a un segundo plano la creatividad humana, y en su lugar la mediocridad ha logrado expandirse peligrosamente para apropiarse del bien más preciado de la vida que es el tiempo.
Ante las corrientes vulgares que amenazan nuestra sensatez, sólo nos quedan la palabra y la creatividad como actos revolucionarios para agitar los cimientos de la ignorancia programada. La escritura es un acto terapéutico, es liberación y catarsis, es un recurso que nos invita a interpretar nuestra realidad para evadirnos, desempolvar los rincones más recónditos del alma y descender a nuestros abismos para espantar nuestras inquietudes.
La poesía es la voz estética de nuestros sentimientos, posee la noble capacidad de emocionar y tocarnos el alma, agitar e incitarnos a reflexionar. Todo hombre lleva en sus adentros a una mujer que camina con cuidado, su presencia es la motivación diaria que necesita para afrontar la vida con sus obstáculos y decepciones, gracias a la serenidad que transmiten sus pasos.
Puede que el presente, con sus atrocidades e injusticias, esté amenazando a la poesía, pero eso no nos impedirá confiar ciegamente en el poder de la palabra y asumir juntos la noble tarea de cuidar su grandeza.
Cada poema representa un mundo, un espacio donde fluctúan los sentimientos de dos cuerpos habitados por una sola alma. Normalmente la inspiración no suele avisar y se asoma en el momento menos esperado. En mi caso, en muchas ocasiones me invadió cuando estaba recorriendo las calles de mi adorable Tetuán con la persona que mejor cuida mis pasos.
Si empezamos a ver lo imposible como una mera anécdota, la posibilidad de un mundo mejor dejará de ser una utopía.
Procuren ser buenas personas, hagan el bien y no dejen de soñar.