Descripción
Resulta imposible datar el momento en que el hombre comienza a creer en fantasmas, aparecidos y seres sobrenaturales, porque existen referencias en la mayoría de las culturas de todos los tiempos.
En la antigüedad grecorromana se pensaba que la persona que moría en circunstancias extrañas y antes de tiempo (niños, solteros y/o sin hijos), perturbaría con su sombra la vida de familiares y conocidos. Los criminales no tenían derecho a despedida ritual y arrojaban sus cuerpos al campo Esquilino, donde las brujas recogían fragmentos de huesos y trozos de carne para elaborar sus pócimas. Según Horacio, dichas mujeres escarbaban la tierra usando sus uñas.
Describe Plinio el Joven: “Había en Atenas una casa encantada donde vivió Atenodoro. El filósofo vio un espectro que llevaba hierros en pies y manos, quien le hizo una señal para que lo siguiera a un patio donde desapareció. Consiguió excavar en aquel lugar y encontró un esqueleto encadenado. Se celebró funeral por su alma y las apariciones cesaron para siempre”. Sófocles describe el encuentro de Clitemnestra con su difunto esposo, Homero narra el de Penélope con su difunta hermana, Esquilo hace surgir el espectro de Argos y Filostrato y nos muestra a Aquiles abandonando su tumba para regresar a ella cuando canta el gallo, la base de estas creencias se ha mantenido en toda la Europa Medieval y expresó cierta influencia a través de las diversas generaciones. La literatura y el cine mantienen aún el criterio de la tarea incompleta, que el difunto no pudo realizar, entre otros fenómenos a él atribuidos. Detrás del hecho literario se ocultan las creencias que arrastramos desde la noche de los tiempos. Oscar Wilde, Andersen, Dickens y así hasta el siglo diecinueve y el fenómeno gótico imprescindible, iniciado con El castillo de Otranto (1764) de Horace Walpole.
Diferencio cuentos para el día y cuentos para la noche. Siento que el misterio y las preguntas sobrenaturales pueden surgir a la luz del día, con toda naturalidad. Pero también creo que otros están especialmente indicados para leer o escuchar de noche, como hacía Henry James. Además, los nocturnos están acompañados con su foto correspondiente, obra de Javier Vaquero Rueda, a partir de las cuales escribí cada citado relato. La idea es que pueda ser leído “entrando” en la foto como en un Mandala.
Al final del libro encuentra 10 imágenes nocturnas del fotógrafo JAVIER VAQUERO RUEDA.
Apasionado de la fotografía de paisaje, siempre busco los colores cálidos del atardecer. Practico especialmente la fotografía nocturna, la astrofotografía y de fauna. Descubrí esta pasión a los 33 años.
Me gusta perderme en los bosques en otoño y me encantan las tormentas eléctricas. El petricor (olor a tierra mojada) me entusiasma.
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