Hola Nieves, tu libro se titula “Los guardianes de la memoria«. ¿Qué significado tiene para ti esta “memoria” que protegen los guardianes?
Esa memoria de nuestros mayores, conserva intacta muchas historias que no deberían caer en el olvido. Normalmente no valoramos esa sabiduría popular que nuestros padres, abuelos y otras personas de nuestro entorno nos repiten tantas veces a lo largo de nuestra vida.
Esa memoria, en ocasiones, no recuerda hechos recientes, pero guarda recuerdos que han ido pasando de generación en generación. Historias, leyendas u otras anécdotas que no se pueden perder. Por ese motivo, decidí recoger todo aquello que me habían contado tantas veces en el pueblo de mi padre, Bueneche de Alarcón, un lugar perdido en la Manchuela de Cuenca, de cuyo nombre no se olvidará quien lea estos relatos.
¿Quiénes son esos “guardianes”: personas concretas, recuerdos, metáforas” ¿Cómo los defines en los relatos?
En los relatos, los guardianes son una pareja de abuelos que reciben cada jueves a sus nietos para contarles una historia. El fin es que no caigan en el olvido. En la realidad, mis guardianes de la memoria son personas de carne y hueso, como mi padre, mi abuelo Constantino, mi tío Vicente, mi tío Agustín, Jesús, el herrero del pueblo, Bienve, una mujer que conocía muchas historias, Antonio Ojeda, conocido como el Motorista y Diego Soria, padre de mis amigos que, a sus noventa y cinco años, conserva la memoria presente y pasada.
La memoria puede ser tanto personal como colectiva. ¿Cómo trabajas esa dualidad en el libro? ¿Qué tipo de memoria explotas más?
Es una mezcla de ambas. La base de las historias es la memoria colectiva que ha ido añadiendo y restando detalles a los recuerdos. Yo recojo todo lo que me han contado y le doy mi toque personal para darle más cuerpo a los relatos que, en ocasiones, se quedan un poco cortos si no se les añade unas pinceladas de imaginación. Un cóctel de ficción y realidad que pongo en boca de un abuelo y una abuela que aderezan el guiso, transmitiendo su memoria a sus nietos.
¿Qué te impulsó a escribir estos relatos? ¿Tiene alguna raíz en tu vida personal, en tu historia familiar o en tu interés literario por la memoria?
La verdad es que me apetecía hacer un homenaje a todos aquellos que me han contado historias a lo largo de mi vida y, por otro lado, mucha gente del pueblo me sugirió hacer algo así. Sé que, en general, los lectores prefieren la novela, pero el relato es un género muy rico en el que cabe mucho en poco espacio. Era un reto personal y, al mismo tiempo, un regalo a la gente del pueblo que tanto me ha dado con mis novelas, sobre todo, con las que se desarrollan en aquel entorno.
En tus libros anteriores has explorado temas emocionales, de relaciones, de identidad… ¿Cómo se relaciona Los guardianes de la memoria con tu obra anterior?
Es cierto que he mezclado temas emocionales y de identidad con suspense, pinceladas históricas y sociales de distintas épocas y costumbrismo. Me gusta la psicología de los personajes y crear personalidades que dejen huella. En las novelas es más fácil porque la trama es más extensa y te permite poner al personaje en situaciones que tiene que resolver o a las que debe enfrentarse. En los relatos, cada historia es independiente. Lo único que se acerca a las novelas es que en cada historia vamos descubriendo algo más de esos abuelos entrañables y de la relación con sus nietos, a los que vamos conociendo cada vez más y con los que nos vamos familiarizando hasta el punto de no querer despedirnos de ellos, una vez leído el epílogo.
¿Qué conflictos o retos enfrentan tus personajes en relación a la memoria? ¿Existe tensión entre recordar y olvidar?
El abuelo, que cuenta la mayoría de las historias en esta colección, se plantea conseguir despertar el interés de sus nietos para que cuenten estos recuerdos a las generaciones venideras para que la tradición popular no se pierda.
La única tensión que puede existir es que la memoria de la mayoría de las personas sufre un deterioro inevitable, con el paso del tiempo. En esos casos, hay que tirar de imaginación para completar los relatos. De ahí el toque de ficción que se hace necesario para sustituir las lagunas y dar un final redondo a cada narración.
¿Cómo ha sido tu proceso creativo para plasmar la memoria en la narrativa? ¿Trabajaste con diarios, con archivos, con ficción pura?
Trabajé con mis recuerdos y con la ayuda de muchas personas que me fueron contando lo que recordaban. Los guardianes que mencioné en una de las respuestas anteriores me trasmitieron sus vivencias y me ayudaron a completar aquellas que yo conocía de boca de mi padre y de mi abuelo, ambos ya fallecidos. Por ejemplo, el relato titulado El carretero y el fugitivo, me lo contó, tal cual, Diego Soria, que actualmente tiene noventa y cinco años. El relato titulado El hijo de la sirvienta, me lo contó mi abuelo, así que tuve que aderezarlo con un toque de ficción. El número 19 de los héroes de Baler, es una ampliación de lo que ya aparece en mi novela titulada La tumba del número 19. En resumen, mi fuente de información ha sido la transmisión oral de la gente del pueblo.
¿Cuál es el lector ideal para estos relatos? ¿A quién crees que puede resonar más tus historias?
Siempre trato de escribir para que todo el mundo pueda leer mis libros, pero en este caso, creo que las personas que guardan recuerdos o historias, se pueden identificar más con estos relatos. Supongo que a aquellos que son abuelos, les llegará más al corazón por la implicación emocional y el homenaje que hago a este colectivo maravilloso que tantas lecciones de vida nos da.
Al cerrar el libro, ¿qué te gustaría que los lectores sintieran o reflexionaran sobre la importancia de la memoria en sus vidas?
Me gustaría que los lectores terminaran el libro con una sonrisa y con la sensación de haber disfrutado con cada relato. Me encantaría que hubieran aprendido a valorar los recuerdos que atesoran las personas a lo largo de su vida y a entender que ciertas vivencias e historias no deberían caer nunca en el olvido.
¿Tienes nuevos retos para tu próximo libro?
Buena pregunta. Tengo dos novelas empezadas y estoy recopilando muchos microrrelatos que escribí durante la época que me dio por participar en el concurso de la cadena SER. Con eso y con todo, me estoy centrando más en una de las novelas en la que planteo un reto a tres periodistas a las que ahora mismo tengo encerradas, en sentido figurado, en un castillo para escribir una novela a medias con la autora del momento, que escribe bajo seudónimo. Lo que no saben estas tres mujeres es que están allí por algo que ocurrió en su época de estudiantes de periodismo. Sacar la verdad a la luz puede tener consecuencias inesperadas.

