¿Cuál fue el primer poema que escribiste para Tu ausencia a trazos y qué lo inspiró?
El primer poema que escribí fue “No data”. Me inspiré en el vínculo que tengo con la poesía, lo que significa para mí escribir y la forma en la que me desdibujo en los versos. Quería plasmar que la poesía es la manera de contar mi historia, de ponerle palabras al dolor, al desamor, al caos, que es mi arma de doble filo, mi confesionario.
¿Cómo nació la necesidad de transformar la ausencia en poesía?
Necesitaba, de alguna forma, rellenar el vacío que causaba la ausencia mediante las palabras, en versos donde refugiarme y a su vez fustigarme. Fue una manera de darle forma al dolor que conlleva una pérdida.
¿Escribir Tu ausencia a trazos fue un proceso sanador o más bien una forma de revivir el dolor?
Este poemario supuso hurgar una herida, abrirla en carne viva y revolcarme en el sufrimiento hasta tocar fondo. Supuso también hacer introspección, profundizar en aquellos pensamientos incómodos y dolorosos que necesitaba de alguna forma exteriorizar para poder sanar. Así que sí, escribir cada uno de estos poemas ha supuesto alargar y acentuar el dolor, pero una vez finalizado el poemario me ha servido para cerrar una etapa y despedirme de una parte de mí misma.
¿Cómo decides cuándo un poema está terminado? ¿Te resulta difícil soltarlo?
Suelo finalizar los poemas con una conclusión final como cierre, o una frase que desencaje todo el poema. Si, me resulta complicado soltarlo y por ello suelo revisar innumerables veces cada uno de los poemas que escribo, y los modifico hasta que quedan justo como deseo que expresen.
El amor y la pérdida están muy presentes en tu obra. ¿Qué te atrae de estos temas como materia poética?
Suelo escribir sobre vivencias personales, en su gran mayoría me inclino hacia lo decadente. En el momento en el que comencé a experimentar lo que suponía el desamor y el duelo, vi una oportunidad para escribir sobre el dolor que causa la ausencia de alguien a quien hemos amado y, a su vez, el círculo de devastación que fue acompañado. No solo se trata de la pérdida, sino de la autodestrucción. Hasta el punto de autoboicotear al amor, la mayor fuente de felicidad hasta la fecha.
¿Hay algún verso en el libro que consideres el corazón del poemario? ¿Por qué?
“El desprendimiento de esa parte de mí misma que titilaba débil, tan solo por llenar algún hueco de los muchos que tengo entre latido y pecho”. Este verso muestra mi lado más miserable y humano. Representa mi forma de intentar llenar no solo esa ausencia, sino aquellos vacíos que de base estaban en mi vida, y que traté de colmar mediante otras personas a las que hice bastante daño, ya sea por miedo al abandono, o al apego.
¿Qué poetas o autoras te han acompañado o influenciado en este viaje creativo?
Me gustaría destacar mi admiración hacia Sara Búho, quien desde hace unos años ha sido mi fuente de inspiración. Es mi gran referente.
¿Cómo reaccionas cuando lectores te dicen que se han sentido identificados con tus versos?
Me siento plena e impresionada, ya que lo bonito de la poesía es que siempre la acabas haciendo tuya, independientemente de quien lo haya escrito. Servir de refugio o remover el recuerdo a otras personas mediante la sensibilidad de mis versos me hace muy feliz.
¿Crees que la poesía puede ser una forma de resistencia ante el olvido?
La poesía es una manera de resistir en el recuerdo, de idealizar y avivar la nostalgia. Los poetas tendemos a resistirnos ante las cicatrices del tiempo. Las arrancamos y sangramos hasta desahogarnos en versos.
Si tuvieras que definir Tu ausencia a trazos en una sola palabra, ¿cuál sería y por qué?
Lo definiría como “silencio”. El silencio que hay tras la ausencia, la necesidad de ruido, el vacío que no crea eco.